TERRITORIO INDÍGENA y PARQUE NACIONAL ISIBORO SÉCURE

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Carretera San Ignacio de Moxos-Villa Tunari
¿De la integración o de la invasión?
Por Gabriela Canedo*

 
 

 

La vez que tuve oportunidad de conocer la comunidad de San Salvador en Moxos, (una de las últimas de la provincia, que colinda con el Parque Isiboro Sécure), en el recorrido constatamos la existencia de comunidades chimanes que viven sin contacto con el mundo blanco mestizo -karayana, como suelen denominarlo regionalmente- una de las explicaciones para que existan aún estas comunidades radica en su inaccesibilidad. Aquella vez llegar a la comunidad de San Salvador nos llevó alrededor de 14 horas, pues el vehículo y el gran chofer que conducía tuvieron que lidiar con un camino gredoso, agreste que toma tales características en tiempo de lluvia la mayor parte del año y cuyo recorrido puede incluso más tiempo.

Uno de los acuerdos firmados entre Bolivia y Brasil que marca la integración de ambos países, consiste en la construcción de la carretera San Ignacio de Moxos y Villa Tunari. Esta noticia nos suscita dos tipos de sentimientos encontrados, por un lado la satisfacción de que poblaciones inaccesibles que necesitan trasladar sus productos a otros departamentos, acudir a servicios como hospitales, escuelas secundarias, universidades, realizar algún trámite en el centro poblado, trasladarse a Cochabamba, La Paz u otros departamentos de occidente, lo podrán hacer en tiempo reducido, e incluso para las comunidades alejadas la simple existencia de una carretera que los vincule con algún centro poblado ya será una gran ganancia. Sin embargo, el segundo sentimiento nos causa cierta zozobra e incertidumbre por los cambios socioculturales que una carretera puede traer. Nos referimos a que se consolidarán aquellos fenómenos que ya en ciertos lugares del Beni se están viviendo como es el avance de los colonizadores en territorio indígenas, lo que ocasionará en el futuro, posibles conflictos por la tierra y el territorio. A esto se suma la aculturación que se va a producir en comunidades indígenas.

La comunidad mojeña de Retiro -una de las comunidades por las que pasará la carretera- como su propio nombre lo indica quedaba alejada, con la construcción de la vía caminera, estará al alcance y a merced de todo lo que traerá consigo la misma. Y es que una carretera no sólo permite el paso de desarrollo económico o de mayor vinculación, y beneficio por ejemplo, para los empresarios madereros, transportistas entre otros, más que la misma población indígena del lugar.
La carretera de la integración será el fin de las comunidades que hasta el momento estuvieron sin contacto y gozaban de la suerte de vivir en su entorno con una cosmovisión distinta a la karayana, con la carretera se acentuará el ingreso e invasión de la "modernidad", de un mayor número de empresarios madereros, pues sólo imaginemos que si éstos explotan los árboles maderables indiscriminadamente pesa a las dificultades de acceso, la carretera significará la desaparición de los bosques.

Se sobreentiende que una carretera en términos occidentales trae "desarrollo" e "integración", pero tomemos en cuenta también los efectos negativos que vienen con ella. Lo cierto es que se darán transformaciones culturales y ambientales de las que las comunidades indígenas y la amazonía serán las principales afectadas. Existirán consecuencias irremediables que tienen que ver con cambios sociales que afectan a las personas y a las culturas. Queda en el aire la pregunta si las comunidades afectadas fueron consultadas sobre la construcción de dicha carretera. A esto se suma la cuestionante sobre la posibilidad de que se exacerben los conflictos que ya existen en la zona y los nuevos que se suscitarán en torno al incremento de valor de la tierra.

En este contexto seguramente habrán -sin ánimo de generalizar- comunidades que no aplaudan este gran acuerdo entre Bolivia y Brasil, pues posiblemente se sientan desplazadas de sus territorios y nuevamente sean obligadas a huir monte adentro, como sucedió con la "búsqueda de la Loma Santa".

Consideramos por último, imprescindible tomar en cuenta las consecuencias sociales y culturales que trae la construcción de una carretera de tal magnitud, con el fin de tomar los recaudos necesarios para paliar los efectos sobre las comunidades. Por otro lado, es imprescindible en estos mega acuerdos, tomar en cuenta los posibles consecuencias locales y dar la palabra a los principales actores involucrados, que casi siempre son olvidados.

*La autora es antropóloga e integrante del EPRI-CCI.
26/08/2009

 

 

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